Lolina Trabanco

lolina trabanco

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Por Javier Avila.

El viaje siempre tiene una función germinal, ya nada será lo mismo.

El viajero romántico se hacia acompañar de un asistente cuya función no era otra que la de plasmar sobre el papel todo aquello a lo que su vista se enfrentara, fijar las imágenes a modo de archivo, de memoria, dicha función seria ocupada más adelante por la lente fotográfica.

Dolores Trabanco se sirve del viaje, del poso de la memoria que trae como souvenirs, ese bagaje, vivencia e iniciación, se une a la experiencia de la materia, la obra se llena de sensaciones táctiles, se hace fuente del deseo, de la caricia. La textura, los brillos se presentan como invitación seductora, de disfrute.

La memoria no se rinde a la imagen sino a la experiencia, el intento no es narrativo sino pasional, no se puede explicar pero se intenta dejar pistas, guiños proustianos para que se busque en el interior, en cosas sencillas que reabren cerrojos olvidados y vierten aquellas cosas aparcadas pero convertidas en lo esencial.

El gusto por la pintura, por su elaboración, efecto de la insistencia sobre la base de madera, pintura mineral y sutil, la materialidad no se muestra agresiva sino aterciopelada, las calidades tonales hacen las veces de refugio y acomodo para la estancia, y para quien es acogido en ella.

La forma oval es útero, vientre materno desde donde se accede a la luz, forma perfecta en su geometría y referente continuo, punto de partida, vuelta al origen, viaje de ida y vuelta.

La salida es aventura, cada vez más programada y controlada, la reacción es imprevisible, no se acoge a reglas de funcionamiento, está en cada uno, en la forma de enfrentamiento ante lo que se nos pone como reto.

La pintura es rasgada, herida, incisa, se busca y deja aflorar el interior, todo está detrás, en lo no mostrado, sedimento de imágenes y sentidos, sentimientos.

Algunos se sienten satisfechos con el relato, otros precisan de la imagen, sin embargo, los matices de lo narrado enriquecen la frialdad de la estampa, las sutilezas y los detalles nos dan las claves. Aalto está en él restaurante, las fotografías, las postales, las publicaciones nos ayudan en la imaginería arquitectónica  pero en ellas no tiene cabida el ambiente del espacio, la presencia de la vivencia, en la obra de Dolores Trabanco su presencia se hace fuerte y protagonista, las huellas dejadas son huellas de haber estado, la muesca de hace permanente y definitiva, ya no se ha estado, ya se está.

Javier Avila